La Biblioteca Nacional de México, salvaguarda de nuestros libros y nuestra historia
Seguramente has visto la Biblioteca Nacional de México si alguna vez has paseado por el Centro Cultural Universitario de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Es ese imponente edificio de cristal y concreto, que es el máximo repositorio bibliográfico del país: su acervo resguarda y conserva más de 1’250,000 libros y documentos.
Actualmente es custodiada por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, pero no siempre fue así. Abrió sus puertas por primera vez el 2 de abril de 1884 con aproximadamente 91 000 volúmenes, donde se incluían manuscritos, incunables (libros impresos en Europa en el siglo XV) e impresos novohispanos. Pero esa no es toda la historia, antes de que los mexicanos pudieran descubrir los tesoros escondidos en este templo al conocimiento, la creación de la Biblioteca Nacional de México tuvo muchos obstáculos.
El primer decreto para su creación se expidió el 24 de octubre de 1833, a iniciativa de los miembros de la recién creada Dirección General de Instrucción Pública, auspiciada por el vicepresidente Valentín Gómez Farías y por José María Luis Mora. En este decreto se destinaba el edificio del Colegio de Santos para albergar la Biblioteca, y se designaba como su director a Manuel Eduardo de Gorostiza.
Pasaron los años y las pugnas políticas entre los liberales y conservadores postergaron la formación de la Biblioteca Nacional de México, aunque no faltaron personajes que se interesaron en su creación. Al restaurarse la República después del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, el presidente Benito Juárez, por decreto del 30 de noviembre de 1867, estableció definitivamente la Biblioteca Nacional de México en el templo de San Agustín y ordenó que, además de los libros designados para su formación en los decretos referidos, se dispusiera de todos los de los antiguos conventos, al igual que los de la biblioteca que pertenecía a la Catedral.
En 1914 la BNM quedó vinculada a la Universidad Nacional de México y cuando ésta obtuvo su autonomía, en 1929, la Biblioteca Nacional quedó como parte integrante de la UNAM. En 1967 se creó el Instituto de Investigaciones Bibliográficas para administrar y coordinar a la BNM, que doce años más tarde se trasladó del antiguo templo de San Agustín a su sede actual, en el Centro Cultural Universitario.