Según el diccionario de la Real Academia Española, una ficción es cualquier obra literaria (o cinematográfica, aunque eso no es lo que nos atañe aquí), sobre sucesos y personajes imaginarios. Creamos un nuevo mundo a partir de lo que sale de nuestra cabeza, pero eso no significa que absolutamente todo pueda ser inventado.
Existen muchos tipos de narraciones literarias, y aunque en ocasiones sí pueden ser mundos salidos de nuestras cabezas en su totalidad, hay muchas en las que no, y es importante documentarse correctamente para que nuestra narración tenga credibilidad y el lector pueda crear un vínculo con nuestro texto.
Es difícil saber por dónde empezar a hacer esto, y muchas personas lo van haciendo conforme se desarrolla la trama, sin embargo, hay una serie de pasos que facilitan esta tarea, haciéndola más ágil, y por lo tanto, menos tediosa.
Sobre el lugar
El lugar en el que se desarrolla la historia es central para que funcione. Por ejemplo, si es una ciudad que existe, es importante que los datos que salen respecto a ella sean verdaderos, porque sino, el lector que conozca esa ubicación va a sentir una desconexión con la historia por falta de congruencia con la vida real. Aunque la ficción sea un fragmento de nuestra imaginación, cuando nos referimos a lugares que existen en el mundo real, el lector se sentirá más atraído y podrá crear una conexión si los datos que describimos son correctos.
Se vale escribir sobre cualquier lugar, lo conozcamos o no. Si el caso es el segundo, entonces hay que informarnos, y hay maneras diversas de hacerlo y lugares en los que se puede consultar. Hoy en día con el internet es facilísimo.
No se trata sólo de saberse el nombre de las calles, o qué hay en éstas, sino un poco de la historia del lugar para que tu texto sea más rico.
Sobre el tiempo.
No todas las narraciones son representadas en el tiempo actual, y por esto es importante que tengamos conocimientos sobre las costumbres, usos y situaciones socio-políticas de ese momento y de ese lugar. Las repercusiones que las acciones tienen no son lo mismo en el siglo II en la antigua China, que en México colonial, y los personajes, que inevitablemente interactúan con su entorno, se ven afectados por esto. Cuando no hay congruencia entre la historia y el tiempo en el que se está viviendo, la narración se vuelve sosa y poco creíble.
Escribir sobre lo que sabemos.
Cuando comenzamos a escribir, lo más recomendable es hacerlo sobre cosas que ya conocemos. Como se ha mencionado en otras publicaciones, un buen escritor se hace con el tiempo y la práctica, entonces si apenas estamos empezando, recomendamos que se seleccionen situaciones, lugares y momentos sobre los que ya se tiene conocimiento, pues sino uno se puede perder en la investigación y dejar de lado la parte más rica, que es la narración. (¡Además puede ser una perfecta excusa para salir a conocer nuevos lugares!)
El desarrollo de los personajes.
Es importante que la historia de los personajes sea muy clara para el autor. Aunque no se cuente toda explícitamente, tenemos que saber bien qué función tienen en la historia y de dónde surgen. Esta parte no es precisamente de investigación externa, sino interna pues cada quien crea sus personajes con libertad, pero es importante tener una especie de esquema (mental o físico) de la historia personal de cada personaje.
Existen mil maneras de hacer una investigación, y es un proceso bastante subjetivo pues no todos funcionamos igual, sin embargo es preferible seguir un orden para facilitar las cosas.
- Define el lugar y el tiempo. Si no conoces mucho respecto a ellos pero la narración no requiere un análisis exhaustivo, Wikipedia puede ser tu gran aliado, de lo contrario, se recomienda tener una bibliografía de, por lo menos, cinco libros (o revistas, ensayos, cuentos, etc.) para que tengas una idea concreta del espacio-tiempo de tu narrativa.
- Toma apuntes de TODO LO QUE CREAS QUE SE TE VA A OLVIDAR. A la mayor parte de nosotros nos cuesta trabajo almacenar grandes cantidades de información, entonces tener a la mano una libreta y una pluma mientras se hace la investigación puede ser de gran ayuda, para que no tener que regresar a la fuente en caso de que la memoria nos falle.
- Si eres una persona visual, haz diagramas. Muchos de nosotros funcionamos mejor cuando podemos ver de manera ordenada y física la información. Los mapas conceptuales, líneas del tiempo y árboles genealógicos son herramientas muy útiles para los que somos más visuales. Además, hacer esto ayudará a que retengas mejor la información.
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Este artículo lo escribió Sofía Viramontes