La ceguera de taller y la importancia de la edición y corrección de estilo
Después de escribir un texto, por breve que sea, hay que revisarlo, ya que existe una condición en todos los escritores llamada ceguera de taller: “Los creadores de un texto, aún sin quererlo, pasan por alto errores porque no necesitan leer lo que está escrito para comprenderlo y no pueden evitar encontrar entre líneas lo que piensan sobre un asunto aunque en realidad no esté escrito ahí.” (Zorrilla, 69)
Existen muchas técnicas de revisión, pero una que nosotros recomendamos ampliamente es la lectura en voz alta. Hacer esto permite que nos demos cuenta de la cadencia o falta de ritmo en nuestra escritura. También, algunas personas consideran que dejar reposar el texto por un tiempo y después regresar a él ayuda a que veamos errores que de otra manera omitiríamos.
Es por esto que los editores son necesarios. Ellos leerán nuestro texto con ojos nuevos y frescos, encontrando errores que nosotros pasamos por alto. Es importante detallar que un editor no está supuesto a cambiar el estilo que nosotros queremos darle al texto, por lo que se recomienda que éste conozca nuestra manera de escribir, así como tener paciencia y hacerle saber cuando algo no es un error, sino nuestra manera de hacer las cosas.
El corrector de estilo debe de ser una persona que no haya participado en la creación de nuestro texto pero que entienda el tema del que se está hablando y tenga las herramientas necesarias para identificar los errores. “El corrector es el abogado del talento del escritor.” (Zorrilla, 70)
La corrección de estilo es toda una ciencia, y no cualquiera lo puede hacer. Es importante que encontremos a una persona adecuada para el trabajo y que tenga el tiempo para hacerlo. Éste será el que haga la prueba final de nuestro escrito, pues si lee el texto muchas veces, él también quedará ciego; es el último control de calidad de nuestra creación.
Para saber más sobre este tema, puedes recurrir una vez más a una publicación que hemos recomendado anteriormente: Documentos con Sentido, de Alejandra Zorrilla y Mariana Viramontes.
Por Sofía Viramontes
